12 de junio de 2013

Un arcoiris en casa: de lo que pense a lo que fué

Ayer formalizamos la inscripción en el colegio. En unos meses Mi Churrumbel (Mi Ch) empezara su andadura por el camino de la educación obligatoria (nota mental: escribir un post sobre como esta/veo el "patio" educativo actual y como el homeschooling cada día me parece más atractivo).

El domingo envié por internet (que gran herramienta eso del cibercomercio y todo lo que sea hacer gestiones desde casa y sin horarios) EL LIBRO DE FOTOS. Y lo pongo en mayúsculas porque pensaba que no lo acabaría nunca. Aunque ahora me he impuesto la tarea (larga y procelosa) de hacer un libro con las fotos familiares antes de Mi Ch (casi un siglo de fotos que tengo acumuladas) y el segundo volumen del de Mi Ch (de 1'5 a 2'5 años), anima ver algo ya finiquitado.

Finiquitado.

Esa palabra me va dando vueltas por la cabeza. Finiquitado, finiquitado.... Como pasa el tiempo!

El otro día jugábamos con un aparatejo que compré hace un millón de años -o eso me parece al volver la vista atrás- es un invento divertido que compré en mi último viaje importante.



Cuando cumplí 39, ese mismo día decidí que había llegado mi fecha. Que había llegado el momento de ser mamá. Que no hay pareja? Pues en solitario, no problem.

Yo nací a finales de Julio así que las vacaciones las tengo pegaditas a esta fecha.Consciente que si todo iba a ir bien no haría viajes largos durante una temporada larga decidí que me iba a regalar una buena escapada. Una conocida me propuso acompañarla a Nueva York.

Fui corriendo a sacarme el pasaporte, contratamos el viaje (por todo lo alto en hotel boutique, con limusina para la vuelta, ...) y allí me gasté lo que no está dicho en chorradillas varias (nada de ropa que me parece una cutrez irse a NY solo a comprar ropa que las aceras de Broadway me recordaban la calle principal de Andorra con gente comprando mantequilla y azúcar como si en su pueblo no existiera ese producto).

Vaaale, lo único que compré de ropa fue una cantidad vergonzosa de bragas que aún conservo y de las que estoy encantada. Y es que de talla vaca-elefante no se encuentran modelos tan majos por las tiendas que frecuento.

Entre las chorradas que compré hay un Rainbow Maker.

Me había prohibido a mi misma hacer colas durante el viaje -se lo advertí antes de ir, para que luego no me acusara de nada- quería relajarme, disfrutar y fluir.

Así que si ella insistía mucho en ir a visitar algo (no porque ella tuviera especial interés, sinó porque "tocaba" y era un MUST del turista arquetípico) y para entrar te encontrabas con esas colas gigantes -en NY todo es enorme y desmesurado- yo me escaqueaba hasta que faltaban pocos metros para la taquilla.

Visita al MoMA? Obligado, of course. Que no entiendo nada de arte moderno y lo mío es el MET pues te fastidias que DEBES ir. Sin gota de mala conciencia la dejé haciendo cola y me metí en la tienda del museo dispuesta a perder el tiempo como quien va a ver escaparates sin idea fija. Encontré todo tipo de inventos y diseños. Que gozada !

De todo aquel montón de maravillas del diseño me llamó mucho la atención un "rainbow maker". De golpe recordé cuando era pequeña y entraba a mi habitación un pequeño arco iris que se formaba solo en primavera cuando el sol incidía en un cenicero de cristal (recodáis esos modelos años 60?). Solo pasaba en primavera por lo del movimiento del sol y como va variando la altura según la época del año. Era como si el universo me informara de la llegada de la nueva estación.

Inevitablemente, dado el atontamiento/obsesión que te entra cuando tomas la decisión de ser madre y con el vértigo consiguiente, me imaginé con mi bebe ,estirados juntos en mi cama, mirando al techo y las paredes del dormitorio embobados con el baile de arco iris por toda la habitación. Si yo hubiera sido un dibujo japones tendría los ojos redondos, brillantes y con chispitas de emoción al acercarme a la cajera con aquel objeto que me acercaba un poco más al maravilloso mundo de la maternidad.

Santa inocencia. Mi Ch de bebé no le hacía caso a esas lucecitas que pasaban corriendo por la pared. Y ahora -ya mayor- nos dedicamos a la caza y captura de lo que yo he bautizado como "peces de luz" que dista mucho de aquella imagen edulcorada que se había formado en mi imaginación de pre-madre-primeriza.

Aún así este invento lo recomiendo a cualquiera tanto si quiere regalarlo, como para quedárselo y jugar con él. Me consta que ya no solo lo venden en el MoMa sino que hay múltiples sitios donde se puede encontrar. Ah! Llevad cuidado de no dejarlo mucho tiempo colgado de la ventana que la ventosa se suelta y al caer los cristales se rompen y el efecto se pierde (aviso!).



PS: Todo esto lo explico porque algún día el aparato se romperá o se perderá o vete tu a saber y mi mente -conociendome- borrará el recuerdo, las emociones pre-mamá. Y escribirlo en un post me ayuda a engañar al olvido y conservar estos recuerdos que cada día quedan más lejanos (por lo que he explicado de la sensación de fin de ciclo que tengo).

8 comentarios:

  1. Tú y yo vamos a la par con estas sensaciones, jejeje...
    Ahora ya a veces leo entradas antiguas de mi blog y re-descubro momentos olvidados. Vale la pena guardarlos.
    Besote!

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    1. Tienes razón. He pensado archivarlos todos en PDF y adjuntarlos en un DVD que voy a grabar con todas las fotos del primer libro (las que he puesto y las descartadas, así como los videos). Creo que será un bonito complemento que algún día a Mi Ch le puede gustar tener.

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    2. Por cierto, el sábado voy al festival Ànima.

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    3. Oh! Yo no puedo ir! Lástima!!
      Un besote!

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    4. No problem. Ahora con el buen tiempo las agendas maternales se nos ponen a tope!!

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  2. Estos niños vienen con sus propios planes! jejeje. Yo también antes de ser mamá me imaginaba momentos de lo más cursis, y ahora veo que la realidad es muy distinta... aunque bueno, también tenemos momentos cursis, que no me había imaginado, supongo que se compensa. Saludos!!

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    1. Verdad que si? Por cierto, te debo una respuesta del otro post (crecimiento y duelo).

      A ti aún te queda mucho tiempo. Chica! Que estas en los 30! Yo ya tengo 43 (y la mar de contenta de decirlo) y puedo decir -triste, pero cierto- que el "arroz" ya se me ha pasado

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